dimarts, 3 de febrer del 2009

Plas,plas,plas

Si nos siguen pintando al león tan fiero, aunque lo sea, no nos arriesgaremos a caminar por la selva para proveernos de alimento, sea de la clase que sea. Soy una ciudadana de a pie sin ninguna formación en economía pero sí sé algo de actitudes humanas. Hace meses que leo la prensa diariamente y escucho las noticias con resultados nefastos en mi estado de ánimo. Puedo sintetizar las noticias en tres grandes bloques: 1) economías en quiebra y concurso de acreedores; 2) paro, y 3) violencia de todo género. Estos mensajes que nos inundan cada día sólo favorecen el miedo, el desánimo y la preocupación. Creo que la misión de los medios de comunicación debería ser informar y ayudar a los ciudadanos a tener una visión más constructiva de la situación, estimulándonos a cambiar el enfoque; en vez de fracaso hablemos de reajuste y en vez de crisis, de oportunidad para hacer algo diferente de lo habitual, tanto para nosotros mismos como para los demás. Emitiendo más noticias positivas, porque afortunadamente las hay.
Pensando en la crisis de forma optimista, recordemos la tesis de Giordano Bruno (filósofo italiano, 1548-1600): "La vida es una incesante sucesión de contrarios". Por tanto, sólo sería cuestión de paciencia y esperanza, pero en muchos casos la paciencia y la espera serán muy difíciles de sobrellevar sin la ayuda real y efectiva de las entidades financieras y de los gobernantes. Ayuda que servirá para paliar de alguna manera (y según palabras de Obama) la irresponsabilidad profunda que se ha venido ejerciendo en la mayoría de los estratos de poder. Estos gestos de ayuda tan necesarios y provechosos, basados en el sentido común, infundirán poco a poco confianza en el empresario y el ciudadano. En resumen, sólo quería alzar mi voz para decir que echo de menos políticos, dirigentes y noticias que nos estimulen la esperanza, la creatividad y la solidaridad y no todo lo contrario. Pues pienso que es la única vía para crear una nueva realidad.

Maite Tejedor
http://www.lavanguardia.es/lv24h/20090201/53631397721.html