dilluns, 12 d’octubre del 2009

La patologia de la normalitat


Un article d'un blog de La Vanguardia què m'ha agradat molt.
Autora: Irene Orce, periodista

"No es signo de salud el estar bien adaptado a una sociedad enferma", Jiddu Krishnamurti


El estilo de vida que propone (o impone) la sociedad en la que vivimos no conduce a la salud mental, al bienestar ni a la felicidad. Al menos, esta es la tesis que parece desprenderse del estado de la sanidad psiquiátrica en los países occidentales: incremento exponencial de la depresión, la ansiedad y el estrés. Y también del siempre silenciado suicidio.

Vivimos inmersos en la cultura de la hipervelocidad, en la que nunca hay tiempo para asimilar y asentar correctamente las experiencias que acumulamos día a día. Así, esta descarga emocional que no encuentra una vía de escape acaba por ser reprimida y sustituida, muchas veces, por falsas necesidades. Aquí es donde el consumismo entra en escena, a ritmo de impulso: ¿cuántas veces consumimos sexo, comida, cine, televisión, música…con el único objetivo de evadirnos? Y más importante, ¿cómo nos sentimos cuando se desvanece la eufórica satisfacción que ese consumo nos ha provocado?


Los expertos en psicología y coaching afirman que, tras el alivio momentáneo del malestar, suele regresar la sensación de vacío, síntoma inequívoco de frustración existencial. Si bien el camino marcado por la sociedad nos arrastra a la denominada "normalidad", ésta no suele conducir a la felicidad. Y es que nos han enseñado a buscar en el exterior todo aquello que sólo podemos hallar dentro de nosotros mismos.

La normalidad como síntoma

"Cada vez que se encuentre del lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar", Mark Twain

Cuando llegamos a una cierta edad, lo "normal" es que nos establezcamos en un trabajo fijo, nos dediquemos a buscar piso y vendamos unos 20 o 30 años de nuestro tiempo a un banco cualquiera en aras de una hipoteca. En el caso de que tengamos pareja y llevemos un cierto tiempo de relación, lo "normal" es que nos casemos. Y más adelante, lo "normal" es que tengamos hijos. Al fin y al cabo, lo "normal" es aquello que es general o mayoritario, que ocurre habitualmente, por lo que no provoca extrañeza. También es aquello que sirve de norma o regla. Y como tal, pocas veces se cuestiona.

Pero, ¿quién decide qué es lo normal? ¿Dónde nos lleva la normalidad? Y más importante todavía: ¿seguir los cánones establecidos por la sociedad nos garantiza gozar de una vida plena? Más bien no. Sin embargo, los seres humanos tendemos a resistirnos a los cambios. Solemos tener miedo a lo diferente y a lo desconocido. Además, la falta de confianza y de autoestima juega en nuestra contra, pues nos lleva a imitar las conductas de la mayoría, buscando en ellas reafirmación y seguridad. Así, muchas veces terminamos por asumir como propios los criterios mayoritarios –"normales"–, pese a que en ocasiones no estén en consonancia con nuestros verdaderos valores y necesidades.

Lo cierto es que superar el condicionamiento sociocultural recibido no es un trabajo fácil. Cuando una persona sigue los patrones de conducta establecidos como "normales", es aceptada y acogida por su entorno. Incluso se considera que la salud mental consiste en adaptarse a los parámetros convencionales de una sociedad, sin importar si dicha sociedad está sana o enferma. Lo único que cuenta es si uno se ha adaptado. Y cuando alguien opta por vivir sin ajustarse el rígido corsé de la normalidad, renunciando a diluirse en la conducta mayoritaria, se le suele tachar, como poco, de "raro".

El coraje de ser uno mismo
"Se ríen de mí porque soy diferente; me río de ellos porque son todos iguales", Kurt Cobain

Salirse del camino establecido suele ser motivo de ridiculización y mofa. Sin embargo, es más sencillo caminar por la avenida que transita todo el mundo que iniciar una travesía en solitario, tomando las riendas de nuestra vida y siendo coherentes con lo que verdaderamente queremos hacer. Y es que sólo podemos encontrar la dirección (nuestra dirección) escuchándonos y siguiendo los dictados de nuestra intuición.


La normalidad es el camino de la comodidad y el conformismo. Y aunque tiene sus ventajas, el precio a pagar es alto. Cada uno de nosotros nace con una semilla única y diferente a todas las demás, cuyo potencial sólo florece al seguir nuestro propio camino en la vida. De ahí la importancia de tener el coraje de ser nosotros mismos, desmarcándonos de los parámetros impuestos, que por lo general limitan y sepultan nuestra autenticidad.

Y es que lo establecido, lo convencional, lo conservador, lo viejo, lo de siempre y, en definitiva, lo "normal", es una posición existencial antinatural, puesto que todo está en continuo cambio y evolución. Así, para sanarnos de la patología de la normalidad hemos de ser honestos con nosotros mismos y tener el valor suficiente para convertirnos en la persona que podemos llegar a ser. Hoy es un buen día para dar el primer paso...

En clave de coaching
¿Qué peso tiene lo que piensan los demás en tu toma de decisiones?
¿Qué sientes si no cumples sus expectativas?
¿Qué pasaría si decidieras seguir tu propio camino?
Libro recomendado 'La patología de la normalidad', de Erich Fromm (Paidós

Sobre l'autora
Irene Orce es periodista y divulgadora especializada en temas de psicología, coaching y crecimiento personal. Entre otras publicaciones ha trabajado para LaVanguardia.es, El Magazine de La Vanguardia y la revista de psicología Aqua. Desde muy joven inició su camino de autoconocimiento y desarrollo personal, formándose en herramientas como el Eneagrama y la Programación Neurolingüística (PNL). Actualmente es la coordinadora del Máster en Desarrollo Personal y Liderazgo de la Universidad de Barcelona. Está comprometida con promover un cambio de paradigma en la manera en que los seres humanos se relacionan consigo mismos, con los demás y con sus circunstancias. Cree en el despertar de la conciencia y en la asunción de la responsabilidad personal como pilares de la felicidad.


http://www.lavanguardia.es/blogs/metamorfosis.html

3 comentaris:

Tot Barcelona ha dit...

En infinidad de ocasiones, a uno le es imposible apartarse de los patrones de conducta establecidos. Ortega, lo dejó claro. Yo , soy yo y mis circunstancias. Se puede llevar a cabo un cambio radical en tu forma de pensar sin necesidad de esteriorizarlo, ni tan siquiera manifestarlo. Por ejemplo : 1) Elejir bien tus amistades y apartar sibilinamente de tu lado a quien no interesa (por mucho que manifieste formas parecidas de pensar a las tuyas). 2), buscar un tiempo para ti solo al día, apagando todo artilugio y dedicándotelo para lo que deseés ( 1/2 hora para un café con tu diario preferido). 3) Buscar una actividad que te haga sentir realizado y dar una pequeña parte de tu tiempo para la misma ( Cottolengo, enseñanza a los de fuera, casa caridad, comedores públicos )....Esther, de verdad que uno puede ser diferente, o al menos no estar mezclado con quien no te gusta...Un abrazo

Unknown ha dit...

Sabio programa de vida, D. Miquel.
Lo malo es que, dentro de su simulada sencillez, esconde serias dificultades de cumplimiento.
Suerte que yo no padezco la patología de la normalidad: estic com un llum

Ester ha dit...

Sí que és un bon programa,i molt sa, al capdavall es tracta de seleccionar, però penso que a això t'hi porta més la maduresa que no pas les ganes de fugir o no de la normalitat.
A mi m'ha encantat l'article, sobretot el tema que vivim inmersos en la cultura de la hipervelocitat, de fer-ho tot amb la cinquena posada.
Però tornant al tema de la normalitat, un exemple recent: fa pocs dies enmig d'una conversa amb 5 o 6 persones. Un va dir que no tenia tele.Doncs va rebre mirades de no ser una persona "normal" i com això un piló de coses.
Es un blog que pinta molt bé. Hi he penjat un altre article extret d'allà també.
salut i una abraçada a tots,